domingo, 5 de abril de 2015

Creación 5. Género narrativo. Planteamiento de una novela.

El grifo sonaba abierto. No quería ni mirarlo. En la pila brillante y fría bailaban arañas de cabellos negros, qué envidia y qué placer encontraba al verlos caer. El sonido de la tijera era artificialmente satisfactorio, mi larga melena iba acortándose como la vida de un fumador con ansiedad. No me sentía llena, ni un poco.
- Tú, que has vivido a la intemperie de enamorarte, de chicos, también chicas. - susurré. A mis pronto 15 años y 4 meses. ¿Cómo es posible, Dominique?
- No te quiero, no te quiero. Vamos, no golpees el espejo.
El baño estaba decorado con pequeños azulejos de tonos rojizos que hacían formas en mosaico. Mi madre decidió que un sanitario rojo era de lo más cómodo y modesto.
Me daba dolor de cabeza.
A mi padre ni siquiera le importaba, cuando venía a casa no se dignaba ni a rozar el felpudo con la suela. Él vivía a las afueras de mi hogar, Saint-Jacques.
Y luego estaba él, que era un supuesto personaje secundario, pero que en mi novela era el gran rebelde protagonista. Mi madre se hacía la preocupada y me decía que le olvidase.
¿Cómo voy a olvidarlo si apenas tengo recuerdos sobre él?
A veces sonaba su nombre, siempre sonaba su nombre, repetidas veces como formando un eco turbio. Y ojos oscuros, casi azules. Hizo falta una amiga en común e Internet.
773 km, una pantalla y un remitente desconocido.
La idea de mandarle consecutivamente una carta cada mes desde el anonimato para que fuera ligeramente consciente despertó como un animal herido desde su madriguera. No sé controlar a mi cabeza, y mi cabeza a veces no puede controlarme a mi. Tiré las tijeras al suelo y arrastré los pies por el frío parqué flotante, a lo largo del pasillo a la velocidad del resentimiento, me cerré en mi cueva. Lápiz y papel. Un sello del Tour de France del 1998.

"Orión Mouilan Boissieu, 32 Rue de Lappe, 15, 3° Izqda., 75020, París, Francia.

Sé que no sabes quién soy.

¿Acaso lo sé yo?
Sólo sé que soy una cobarde.
Pero es que siento la necesidad de escribirte, porque algún día te olvidaré, y la gente también lo hará.
Y no quiero eso.
Orión,
Tu nombre es precioso, y de hecho, encaja bien con el mío. 
Eres precioso.
Yo soy una supernova, lo siento, todo esto es tan complicado.
Eres complicado.
Y me gusta, me gusta todo aquello tan pequeño y delicado que haces. Como cuando tienes el valor de aparecer,
sin haber venido.
Me encanta cuando sonríes, porque no lo haces a menudo. Me encanta cuando lo haces y en tus mejillas aparecen dos pequeños hoyuelos.
Haces que todo esto tenga sentido.
A un 3 de agosto del 2014."

1 comentario:

  1. Muy bien, María, es muy original la forma en la que has reflejado el tiempo en tu novela. ¿Te animarías a seguir escribiendo?

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